Dalai
Lama I, Gyalwa Gendun Drupa: Alabanza a la Venerable Señora Khadiravani Tara,
llamada “La Corona de los Sabios”.
¡Homenaje a Arya Avalokiteshvara,
el Tesoro de Compasión!
El gran dios, el glorioso Visnú;
Brahma, el incubado en oro; Briaspati, Ganesh, Shiva, Surya y otros, las joyas
de la corona de cientos de dioses, reverencian Sus pies de loto. ¡Ante
Tara, yo me postro!
Por la magia de la compasión del Gran Compasivo[1];
por la sabiduría, el amor y el poder de los Conquistadores[2]
de los tres tiempos, ellos se manifiestan con la amorosa forma de la Diosa de
la Acción, que ayuda en todas las necesidades. ¡A los pies de Tara, yo me
postro!
Homenaje
a Ti, joven de color de
la esmeralda, con un rostro y dos brazos, con la pierna derecha adelantada, y
la izquierda recogida-en la flor de la juventud, de la pureza primordial-sobre
un asiento de loto; que unes el Método[3]
a la Sabiduría[4].
Me postro ante Ti, belleza de la
Floresta Fragante, Madre de las Maneras Pacíficas; con un rostro de sonrisa
radiante como la Luna llena; con los senos prominentes y llenos, que son
tesoros incontaminados de felicidad.
Me postro ante Ti, con la mano
derecha en el mudra[5] de dar
la Generosidad Suprema, extendida como la rama de un paradisíaco árbol de
turquesas, que como a una fiesta invita al sabio goce de las sublimes
realizaciones.
Homenaje a Ti, cuya mano
izquierda da Refugio mostrando las Tres Joyas[6],
y que dices claramente: “Vosotros
gentes que veis los cien tipos de peligros, no tengáis miedo; yo os salvaré
rápidamente”.
Me postro ante Ti, que con ambas
manos y las flores azules de utpala, como el que conduce con el bastón de la
atención, dices: "Seres que vagáis en la existencia cíclica, no os aferréis a los placeres mundanos. Entrad en
la ciudad de la Gran Liberación[7]”.
Me postro ante Ti, que sometes al
Señor de mi muerte[8],
adornada en Tu coronilla por el Buda Amitaba, el de color rubí, que medita
mientras sostiene un bol de limosnas lleno de néctares, y que concede la realización de la
inmortalidad.
Homenaje a Ti, que te adornas con
los ornamentos más bellos hechos en el paraíso; con el mérito y la sabiduría, y las
infinitas gemas celestiales que conceden los deseos, puestas para fascinar.
Me postro ante Ti, que eres como
una montaña de esmeralda vestida de arcoíris, que estás adornada en la parte
superior del cuerpo con sedas paradisíacas, y tu cintura flexible y atrayente
está envuelta por una falda de los cinco colores[9].
Me postro ante aquel que está privado de dolor y es radiante, que está a tu derecha, pacífico y
dorado, que irradia la luz del Sol; y ante Akagiati, a tu izquierda, de color
azul cielo, airada y no obstante amorosa, resplandeciente y serena.
Homenaje a Ti, a quien la
multitud de divinidades expertas en las seis clases de canto, y las danza
maravillosas, que sostienen los blancos parasoles, trenzas de yak, instrumentos
musicales e innumerables objetos de ofrecimiento, hacen ofrendas que llenan el
espacio.
En Laksmi, Indra, Parvati y miles de otras atrayentes
hijas de los dioses, es difícil encontrar un solo pensamiento de Ti . Homenaje a Ti, en Tu forma de deidad tan
espléndida.
Homenaje a Ti, sabia deidad, que
del vasto espacio lleno de las nubes de tu compasión, de las nubes de tu voz
dulce y melodiosa, cuyo sonido lleno de fragor, haces descender la lluvia de
las Ocho Divisiones del Dharma, sobre la tierra de los discípulos.
Homenaje a Ti, la Madre que es
Perfecta en la Sabiduría[10],
cuya mente posee los diez poderes de la sabiduría
sin obstáculo.
Tesoro de virtud como un océano, que ve todo lo cognoscible. ¿Quién puede describir completamente
como eres?
Homenaje a Ti, la Madre Perfecta
de la Compasión. Tú has encontrado la paz, pero no obstante, impulsada
por la compasión, liberas velozmente a
los seres sintientes que están presos en el mar del sufrimiento, con Tu mano
compasiva.
Homenaje a Ti, la Madre Perfecta
de la Acción. Tu entras sin esfuerzo o interrupción en Tu actividad de
pacificación, aumento, poder y ferocidad, como las olas del océano, sin una pausa.
Homenaje a Ti, la Madre Perfecta
del Poder. Las ocho calamidades terribles, los daños de los espíritus malignos,
las conceptualizaciones que nos dañan; Tu proteges de estos peligros a Tu solo
pensamiento.
¡Oh, Digno Refugio!, te ruego,
protege rápidamente a los seres encarnados de todo el miedo, tales como espíritus malignos, los demonios, la
enfermedad, los tormentos, la muerte prematura, las pesadillas, y los signos
desfavorables.
Te ruego, sálvame del miedo al león del orgullo, que habita tras la
montaña de las visiones erróneas del egoísmo; inflado al sentirse superior, con
las largas zarpas del desprecio hacia los demás
seres.
Te ruego, sálvame del miedo al
elefante de los pensamientos perturbadores; que no al no ser dominado los
ganchos afilados de la atención; ofuscado por la borrachera del enloquecedor
vino de los placeres sensuales, que lleva al sendero equivocado, enseña sus
colmillos que nos dañan.
Sálvame
del miedo al
fuego del odio que tiene el poder de quemar el bosque de los méritos, guiado por el viento de
los pensamientos erróneos, en medio del tumulto de las humaredas de las
acciones dañinas.
Te ruego, sálvame del miedo a la
serpiente de la envidia, codiciosa en la negra vorágine de su ignorancia, que no
soporta ver la riqueza y la excelencia de los demás e inunda completamente con
su vicioso veneno.
Sálvame del miedo a las visiones
erróneas, que como el ladrón, vagabundeando en las horrendas selvas de la conducta
miserable, y en las espantosas llanuras desérticas de los dos extremos[11],
saquea las ciudades y los retiros de la calma y el éxtasis.
Sálvame del miedo a la cadena de la
avaricia que engancha con su apretada trama, difícil de abrir, y que encadena a
los seres encarnados, sin ninguna libertad, en la insoportable prisión del
samsara[12].
Te ruego, sálvame del miedo al
torrente del aferramiento, que condicionado a la furia del tempestuoso karma, y
trastornado por las olas del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte,
nos arrastran en la corriente del samsara, y se convierte en algo muy difícil
de superar.
Te ruego, sálvame de los
terribles demonios de la duda, peligros mortales para la Liberación, que vagan
en el espacio de la más oscura ignorancia, y son un tormento extremo para
aquellos que se esfuerzan en alcanzar la verdad.
Que por haber hecho estas alabanzas
y peticiones se eliminen todas las condiciones adversas para práctica del Dharma,
y que así obtengamos méritos, vida, riqueza, abundancia,
y todas las demás condiciones necesarias para nosotros, tal como lo deseamos.
Haz que todos los seres seamos
recibidos en la Tierra Pura de Sukavati de Amitaba, el Guía; y aunque no suframos cientos
de dificultades, haz que marchemos velozmente por los caminos de un Buda.
Que pueda yo ser siempre
conocedor de la otra vida, y no me separe nunca más de la mente de la iluminación[13],
sino que persiguiendo con esfuerzo los actos de los Bodhisattvas, mantenga la
energía como la corriente de un río.
No esperando beneficiarme a mí
mismo, y
dedicándome solamente al beneficio de los demás, que obtenga todos los Ojos y
los Poderes Físicos, la elocuencia, la paciencia, y todo lo necesario para
ayudar a los seres.
Haz que pueda obtener rápidamente
la condición de un Buda, para poder llevar a los infinitos mundos las
Enseñanzas Sublimes de los Conquistadores, y sin desmayo, trabajar siempre por
el beneficio de todos los seres sintientes.
Colofón
Estas alabanzas y peticiones a Tara del Bosque Fragante, la Joya de la
Corona de los Sabios, ha sido compuesta por el monje budista GeTzum Ghe Drub,
después de una larga práctica de Tara, mientras residía en la ermita del Gran
Despertar, en Tegcen Podrang.
|
[1]
Avalokiteshvara.
[2] Jinas.
[3] Upaya.
[4] Prajña.
[5] Gesto.
[6] Buda,
Dharma, y Sangha.
[7] Nirvana.
[8]
Yama, el Señor de la Muerte. Uno de
los cuatro maras o demonios.
[9]
Azul, blanco, rojo, verde, y amarillo.
[10]
En su aspecto de Prajñaparamita.
[11]
Existencia y no existencia.
[12] La
existencia cíclica.
[13] Bodhicitta.